viernes, 1 de junio de 2018

"Todos podemos hacer algo por el patrimonio ferroviario"

Queremos contarles la historia de una estación que había perdido buena parte de su antiguo reloj, hasta que el ingenio y el entusiasmo se dieron la mano y pusieron nuevamente en marcha sus centenarias agujas.

Quizás no todos saben que, muchos años atrás, el andén de Villars había sufrido el robo del cuadrante que da la hora hacia el exterior. Un buen día, el físico e investigador Julián Lell se propuso reconstruir todo lo que hiciera falta para que el reloj quedara nuevamente completo y funcionando de ambos lados.

Los invitamos a leer esta interesante entrevista donde nos cuenta cómo fue el proceso:

AFCGB: - ¿Qué fue lo que te motivó a reacondicionar el reloj?
JL: - Desde que empecé a visitar la estación en 2015 siempre miré con tristeza ese “hueco” que había en la pared, donde en un tiempo lejano había existido un hermoso reloj. Cierto día, charlando con Nico Di Rosa (referente de la Base Villars), nos surgió una idea: estaba en nuestras manos el recuperar este hermoso elemento de la estación.
- ¿Cómo era la situación del reloj? ¿En qué estado se encontraba?

- El reloj interno estaba en buen estado general, excepto por un fleje de acero que sostiene el péndulo, el cual estaba roto.
La parte visible al público del reloj, que se encuentra en el andén, no había tenido la misma suerte: hace casi veinte años las agujas y el cuadrante fueron robados, quedando solo la base de fundición y parte del mecanismo exterior. También faltaba una pieza clave que comunica la máquina con las agujas grandes que se ven desde el andén.
- ¿Podés explicar fácilmente cómo es el funcionamiento del reloj, qué características tiene y qué tuviste que hacer para restaurarlo? ¿Interviniste el en mecanismo también?
- Los relojes de las estaciones del C.G.B.A. eran instalados sobre una pared interior del lado del andén. Se trata de relojes franceses de la marca Paul Garnier, fabricados entre 1905 y 1908. La máquina posee un péndulo de un metro de longitud, y una pesa que constituye la “cuerda”, cuya autonomía es de 21 días. Una varilla de metal de casi medio metro de longitud conecta el reloj propiamente dicho con el dial que puede verse actualmente en el andén, pasando el movimiento a través de la gruesa pared de la estación. Para devolverle la vida al reloj desarmé la máquina íntegramente, limpiando cada uno de sus engranajes y haciendo un modelo detallado 3D en computadora. También tuve que fabricar artesanalmente dos piezas de la máquina: un soporte de acero que sostiene el péndulo y el eje o cardan que lleva la hora a través de la pared de casi medio metro. Finalmente aceité todo el mecanismo y el reloj quedó listo para funcionar por muchos años más. Finalmente Nico fabricó el aro de metal que sostiene el vidrio, y cuando todo estuvo listo pusimos en marcha este hermoso reloj de once décadas. En total fueron dos meses de trabajo.
- ¿Cómo fue la reproducción del cuadrante y las agujas?
- El “reloj” que se ve desde el andén es el elemento que más tiempo y paciencia requirió: tomando fotografías detalladas del reloj de Plomer logré hacer copias exactas de las agujas en chapa de hierro. También hice una reconstrucción digital minuciosa del cuadrante, que fue ploteado sobre una chapa de cuarenta centímetros de diámetro igual a la original.
- ¿Qué sensación te genera volver a ver el reloj como nuevo?
-Cuando veo el reloj funcionando siento que es posible devolver la belleza a las antiguas estaciones del Ferrocarril Gral. Belgrano. Esta tarea es realizada maravillosamente por la Asociación Amigos del Ferrocarril Belgrano en cada una de sus bases operativas, con la colaboración eventual de visitantes y amigos, cómo es mi caso. La tarea que queda por delante es inmensa: muchas de las estaciones fueron vandalizadas a lo largo de los años, y el paso del tiempo ha destruído techos y paredes; pero sin importar la magnitud de los daños, todo puede ser reconstruido. Quizá algún día, dentro de cincuenta años, pase por la estación Villars con mis nietos. A ellos les contaré la historia de ese día en el que la amistad y la perseverancia lograron volver el tiempo atrás, ganándole al olvido.
Todos nosotros podemos hacer algo para preservar y restaurar este maravilloso patrimonio histórico ferroviario, desde arreglar un revoque con un poco de cemento hasta pintar el marco de una puerta. No hace falta mucho dinero, y tampoco mucho tiempo, y la sensación de haber colaborado en la preservación del patrimonio nacional es indescriptible. Mi sueño es que algún día surja en nuestro país una suerte de “turismo de restauración”, donde cada visitante pueda hacer su pequeño o gran aporte para cuidar aquello que es nuestro y de las generaciones venideras.

¡Muchas gracias, Julián!


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Julián posa al lado del mecanismo original del reloj, funcionando sin interrupciones desde hace 110 años.
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Detalle de la máquina en plena tarea de desarme.
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Modelado 3D de las piezas del mecanismo.
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Algunas piezas hubo que fabricarlas de nuevo.
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Diseñando en la PC para reproducir lo más fielmente posible el cuadrante.
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Diseñando en la PC para reproducir lo más fielmente posible el cuadrante.
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Dibujando las agujas, idénticas al original.
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Moldes.
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Va tomando forma.
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Aqui el cuadrante ya aplicado sobre chapa.
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Ahora con las agujas colocadas.
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Ya está el aro, ya está el vidrio... ¡A instalar!
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Pronto, ese hueco símbolo del vandalismo y la desidia quedará felizmente oculto.
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¡Bravo, Julián!
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El reloj volvió a dar la hora en el andén como en sus mejores tiempos. Hermoso.
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El "hueco" que había dejado en la pared el robo del cuadrante. Por desgracia, moneda corriente en muchas estaciones ferroviarias.