Una vez que se derriban las cañas y son apartadas de la vía, viene un trabajo todavía más duro: remover las durísimas raíces que asoman de la tierra y se entreveran en los rieles.
Para arrancarlas, la única herramienta de mano que se revela eficaz es el viejo y conocido pico.
Este corto muestra el trabajo de un socio que, solo y en silencio, dedicó toda una tarde a picar el terraplén en el cañaveral de Los Ángeles. Un ejemplo de paciencia, fuerza... y mucho corazón.